vialibre 30/09/2025
México, como una de las sedes del Mundial de Fútbol 2026, junto con sus ciudades anfitrionas (Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey) enfrentan el desafío que va más allá de aeropuertos modernos y estadios de primer nivel. El verdadero reto está en la movilidad cotidiana, específicamente en la última milla, que son esos trayectos de medio kilómetro a dos kilómetros donde se define si la experiencia urbana resulta cómoda, segura y eficiente o, por el contrario, si se convierte en un cuello de botella que genere caos y frustración.
La última milla es el punto donde se gana o se pierde la percepción de una ciudad. No se trata de un lujo, sino de la diferencia entre un acceso fluido y una espera interminable; entre un visitante que se mueve con confianza y otro que se topa con inseguridad y obstáculos. Es por lo anterior que las bicicletas, e-bikes y scooters serán parte del engranaje que conecta al transporte masivo con estadios, fan zones y zonas turísticas, su integración de forma ordenada será decisiva para garantizar que los flujos de miles de personas no colapsen.
De acuerdo con el Despacho de Asuntos Públicos (DAP), lo esencial es anticiparse con planeación y coordinación entre autoridades, operadores y sector privado. El despacho recomienda implementar esquemas temporales y permanentes de micromovilidad con infraestructura clara, carriles seguros y sistemas de renta accesibles, además de regulaciones que eviten la dispersión caótica de scooters o bicicletas en banquetas. Todo ello con el fin de ofrecer una experiencia confiable y predecible tanto a visitantes como a residentes.
“Otro desafío central será la eficiencia en los accesos a estadios y recintos. No basta con trasladar multitudes, el verdadero éxito está en cerrar bien el último tramo. Si ese recorrido es lento, inseguro o desorganizado, la sensación general será de descontrol, incluso si todo el trayecto previo funcionó correctamente”, comenta Ingrid Sánchez, Directora General de Contenidos en DAP y especialista en derecho constitucional.
México tiene frente a sí la oportunidad de demostrar que la movilidad inteligente no depende únicamente de grandes obras, sino de la manera en que se enlazan los detalles. El Mundial pondrá bajo la lupa internacional la capacidad de nuestras ciudades para moverse, y el resultado se medirá no solo en metros recorridos, sino en la calidad de la experiencia que entreguemos en los últimos pasos.